“Fotografiando perseguimos quimeras. Hasta algunas veces hemos creído ingenuamente que podríamos cambiar el mundo o por lo menos influir en él. Vano intento. Normalmente, los seres sensibles que aprecian las obras de expresión no son los mismos que rigen el mundo, salvo honrosísimas excepciones”. Alicia D`Amico© Ricardo Sanguinetti
Nació en Buenos Aires, fue profesora de dibujo y pintura antes de dedicarse a la fotografía.
Es imposible hablar de la vida de Alicia D`Amico sin hablar también de Sara Facio, quien fuera compañera de estudios en la escuela de Arte Prilidiano Pueyrredón. Mal vistas en un mudo de varones y bohemios; lo que en los varones se veía como vocación, en las mujeres se interpretaba como un capricho pasajero.
Estas dos mujeres, decidieron estudiar teoría e historia de arte en París. Ganaron una beca y partieron a Europa a ver museos, pintura y recopilar información para traer a la Argentina un mapa cultural de lo que estaba pasando. Y lo que estaba pasando era que las galerías y museos de París estaban empezando a llenarse de fotos blanco y negro, fotos de autor, en las que la composición y la mirada subjetiva inauguraban universos nuevos, con tiempos que detenían una belleza exquisita.
Ambas se compraron su primera cámara, una AGFA Super Silette, transformándose definitivamente en “modernas”, con toda la impronta de fotografía de autor con la que se habían formado y que D’Amico no abandonaría jamás: el formato de 35mm en blanco y negro. En la forma, una mirada aguda que buscaba la composición escondida, casi geométrica y , en el contenido, comprometido con todo aquello en lo que detenía su lente y luego revelaba y copiaba.
El inicio fotográfico de Alicia fue en 1957, de regreso de Francia, en el estudio fotográfico de su padre Luis D`Amico, para continuar luego con Annemarie Heinrich.
Las primeras fotos que sacó Alicia en los `60 son un ensayo sobre Buenos Aires y sus alrededores, un paisaje a través de personas y objetos, escorzos, recortes que rozan lo abstracto pero que a su vez describen una ciudad, y lo que habita en ella: “Escenografía para un sueño”, “La sombra”, son sólo una muestra de su mirada.
En 1968 publica su primer libro junto a Sara Facio llamado “Buenos Aires, Buenos Aires”
© Alicia D`Amico
© Alicia D`Amico
© Alicia D`Amico
© Alicia D`Amico
“Humanario, Ensayo de la locura”, es el trabajo que D’Amico realiza en esa época junto a Facio en el Hospital Borda, con un tono de denuncia social, donde vemos a los pacientes tirados en el piso, casi sin ropa, porque no tenían bancos donde sentarse ni baños, registro político del abandono, cuestionando la cordura de aquellos que los cuidan.
Fotografía también entre fines de la década del 60 e inicios de los 70, a los escritores e intelectuales más importantes de la Argentina y América Latina: Eduardo Mallea, Juan Carlos Onetti, Mario Vargas Llosa, Julio Cortázar, Jorge Luis Borges en la Biblioteca Nacional, Octavio Paz en México, Adolfo Bioy Casares, Ernesto Sábato. Muchos de estos retratos son los que se publican en el libro “Retratos y Autorretratos” en 1973.
© Alicia D`Amico
© Alicia D`Amico
© Alicia D`Amico
© Alicia D`Amico
© Alicia D`Amico
© Alicia D`Amico
© Alicia D`Amico
© Alicia D`Amico
© Alicia D`Amico
© Alicia D`Amico
© Alicia D`Amico
© Alicia D`Amico
© Alicia D`Amico
© Alicia D`Amico
© Alicia D`Amico
En estos años D’Amico trabajó activamente para la institucionalización y profesionalización de la fotografía en la Argentina. En 1973 fundó, junto a María Cristina Orive y Sara Facio “La Azotea”, primer editorial fotográfica de Latinoamérica. Junto a ellas y Annemarie Heinrich, Eduardo Comesaña, Andy Goldstein, y Juan Travnik crearon en 1979 el Consejo Argentino de Fotografía, institución en la que Alicia D´Amico colaborará durante ocho años.
Alicia dio un paso más y fundó, luego de años de estudio sobre la mirada femenina y el rol de la mujer dentro de la fotografía, la primera casa feminista en Argentina, location de Mujer. Tres militancias que Alicia D´Amico llevaría hasta el fin de sus días: de género, por la integración cultural del arte de Argentina y América Latina y por los derechos humanos.
Su serie de desnudos es una manifestación de su activismo en el movimiento feminista. La conversación, de 1990, tal vez sea la mejor expresión de esta búsqueda. En la imagen dos mujeres descansan desnudas sobre una cama, frente a una ventana que deja ver un fragmento gris de la ciudad. No hay cortinas ni persianas que oculten lo que sucede en el cuarto. Es la necesidad urgente de darse a conocer en su condición sexual sin recurrir a ninguna metáfora políticamente correcta para una sociedad que todavía no quería ver.
´El cómo somos estuvo siempre por el cómo nos ven. Al decirnos cómo nos ven, nos dicen simultáneamente cómo debemos ser. Llegó el tiempo de pensarnos y preguntarnos cómo nos vemos y cómo somos las mujeres…´
«Alicia D´Amico»