Algunas veces para explicar el funcionamiento de una cámara fotográfica se hace una analogía con el ojo humano. ¿Realmente se parecen? La verdad es que tienen únicamente algunas similitudes estructurales. También se dice que el objetivo “normal” tiene el mismo ángulo de cobertura que el ojo. Estamos ante dos falsos mitos de la fotografía.
Una cámara fotográfica es sencillamente, una caja hermética a la luz donde en uno de sus lados tiene una lente que proyecta la imagen enfocada, y por eso nítida, sobre el plano opuesto. Por medio del mecanismo que controla la exposición –diafragma y obturador-, en una fracción de segundo la imagen queda registrada en la película o en el sensor de las cámaras digitales. Entendiendo pues, a la cámara fotográfica como un dispositivo, ésta produce un corte espacial y temporal de la realidad. Después a través de una serie de manipulaciones, la imagen adquiere un grado de permanencia.
Una mirada instantánea no permite a la retina mostrarnos una imagen como la obtenida por la cámara, porque la retina apenas alcanza a mostrar un centro claro en medio de un campo de detalles indistinguibles.
El ojo consiste en una esfera, con ciertos grados de movimientos combinados horizontal y vertical, con un sistema óptico conformado por la córnea y el cristalino. La imagen, enfocada por el cristalino, es proyectada en el centro de la retina a un área de casi un tercio de milímetro de diámetro, llamada fóvea. Esta tiene células sensibles a la luz llamados conos, dotados de fibras que llegan al cerebro. Alrededor de la fóvea existen otros conos y bastones, que tienen más sensibilidad pero incapaces de captar detalles.
Aquí es donde surgen las primeras diferencias entre el ojo y la cámara: mientras el objetivo proyecta una imagen en un plano determinado por el formato de la película o el sensor, el ojo apenas capta un punto nítido alrededor del cual la discriminación de detalles es pobre. Si lo quieren comprobar, fijen su mirada en un punto de este texto y verán que sólo una o dos palabras pueden ser identificadas con cierta nitidez. Para leer el ojo tiene que hacer un escaneo o barrido del texto o de la imagen.
El ángulo de visión nítida que proporciona la fóvea es de 2 grados, lo que significa que para ver un paisaje el ojo realizará un centenar de movimientos, por lo que la visión no es instantánea, es un complejo proceso cinético.
Podemos deducir entonces que para nuestro sistema nervioso es mucho más fácil ver la fotografía de un paisaje que verlo del natural.
“LA FOTOGRAFIA PERMITE REVELAR LA ESENCIA DE LO QUE ESTÁ EN FRENTE DEL OBJETIVO CON TAL CLARIDAD DE PERCEPCIÓN QUE EL ESPECTADOR PUEDE LLEGAR A ENCONTRAR LA IMAGEN RECREADA MÁS REAL Y COMPRESIBLE QUE EL PROPIO OBJETO”
EDWARD WESTON
Cada imagen que recibe la retina persiste durante un décimo de segundo. Este fenómeno de la persistencia retiniana es el responsable de que veamos dificultado nuestra capacidad para percibir los detalles de movimientos rápidos, y por eso una luz que parpadea rápidamente parece continua.
En cambio, la película fotográfica o el sensor capta en una fracción de segundo la totalidad de la escena y, cuanto menor es el tiempo de obturación, más precisos son los detalles de los objetos en movimiento. La cámara revela lo que el ojo no puede ver.
Étienne Jules Marey (Beaune, Francia, 5 de marzo de 1830 – París, Francia, 21 de mayo de 1904) médico, fotógrafo e investigador francés, realizó investigaciones en el estudio fotográfico del movimiento.
Detrás de la Gare Saint-Lazare, Paris 1932 – Henri-Cartier BressonDetrás de la Gare Saint-Lazare, Paris 1932 Henri Cartier-Bresson.
La superficie sensible (película o sensor) reacciona entera y de un solo golpe a la imagen luminosa que produce el objetivo. Esta es una característica que no posee el ojo ya que los haluros de plata o los fotositos del sensor son impresionados exactamente al mismo tiempo. En cambio la imagen en el cerebro se va formando paso a paso, en forma continua, a media que la información va llegando a la retina.
Esa instantaneidad de la fotografía es lo que refiere al corte temporal. En el corte espacial surge la otra diferencia con el ojo. Los movimientos de los ojos y de la cabeza, e incluso, del cuerpo hacen que la realidad carezca de un “marco”, es decir no admite encuadre.
Además la visión humana es estereoscópica mientras el corte espacial de la cámara tiene un alto y un ancho sin tridimensionalidad.
El tiempo y el espacio fotográfico son particularidades que definen el acto fotográfico y sobre los cuales el autor debe establecer un control –consciente o inconsciente- en el momento de elegir determinadas herramientas tales como el objetivo y el momento para oprimir el obturador.
Hasta la próxima!
Rubén García
Director IFF